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HOMENAJE MARTA RODRIGUEZ (Colombia)

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Marta Rodríguez es una mujer de acciones y poseedora de la virtud de la perseverancia y el amor hacia su prójimo. Atenta a lo que sucede a su alrededor, ha sido realizadora independiente de cine documental desde 1960, ha sido merecedora de grandes premios a nivel internacional por una obra en la que se caracteriza la denuncia acompañada del arte.

Marta nació en Bogotá, Colombia en 1933 y su formación como cineasta tiene que ver por una lado con su cercanía a los más necesitados, creciendo ella en un ambiente austero y  cercano a los pobres y por otro su encuentro y formación con el antropólogo y documentalista francés Jean Rouch (“El mundo del Silencio”, “Yo un negro”, “Crónica de un verano”) con quien estudia durante 4 años cine etnográfico basado en los postulados del Cinema Verité,  en el Museo del Hombre en Paris. Esta influencia será la que le da los instrumentos cinematográficos y de pensamiento  para encarar sus futuras películas que nunca han estado alejadas de las personas que filma, de la realidad de su país, de sus necesidades, de sus formas de vida y de las injusticias que sufren.
Rodríguez hasta el día de hoy sigue produciendo y dirigiendo películas sin dudar, sin desanimo, sin cansancio, sin traicionar su forma de pensar el cine y de reflexionar sobre la realidad, entregándonos un ejemplo de sabiduría y de humanidad, una “artista total” a quien el Festival A cielo abierto tiene el honor de homenajear.


MARTA RODRÍGUEZ
Directora, productora y realizadora de cine documental
Colombia

"Yo no estoy luchando por la estética, ni por el cine por el cine, mi misión no es buscar el mejor plano. Yo lo que he querido es mostrar un país donde se violan los derechos humanos...mi meta ha sido luchar por los derechos humanos"

Marta Rodríguez de Silva nace el 1 de Diciembre de 1933 en Bogota, Colombia. Comienza sus estudios en el colegio María Auxioladora en Bogotá en los años 40, colegio en el que vive el llamado Bogotazo el 9 de Abril de 1948.

En 1957 Marta Rodríguez viaja a Paris donde conoce al sacerdote español Antonio Luterano, quien le propone enseñarle español a un grupo de monjas francesas a cambio de vivir en una habitación en la cárcel de mujeres de La Roquette, allí conoce la Teología de la Liberación y de regreso a Colombia en noviembre de 1958 conoce al sacerdote y sociólogo Gustavo Pérez y a Camilo Torres Restrepo con quien Pérez compartía estudios en Lovaina.
En 1959 Marta Rodríguez ingresa a estudiar Sociología en la Universidad Nacional de Colombia, facultad creada por Orlando Flas Borda y Camilo Torres Restrepo quien funda el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC) en el barrio Tunjuelito al sur de Bogotá, en esté Marta alfabetiza a niños quienes llegan a sus clases en pésimas condiciones, con brazos rotos, golpeados por sus padres y desnutridos; la curiosidad de Marta por saber de dónde vienen estos niños la lleva a seguirlos hasta sus casas. Guardando la distancia ve como estos niños son, literalmente, mulas de carga en las ladrilleras artesanales del sur de Bogotá y una idea invade a Marta: alguien debe contar esta historia y denunciar lo que está pasando allí. Así que en 1961 vuelve nuevamente a París con la intención de estudiar cine, a sus 28 años de edad conoce a otra persona importante en su vida, su maestro y mayor influencia para su obra posterior, el antropólogo y documentalista Jean Rouch con quien estudia durante 4 años cine etnográfico en el museo del hombre en Paris.

En 1965 Marta Rodríguez regresa a Colombia y conoce a Jorge Silva, quien será su compañero de creación durante 20 años, esposo y padre de sus dos hijos, Lucas y Sara.

Bajo el concepto de cine antropológico y la influencia de su maestro Jean Rouch, Marta Rodríguez y Jorge Silva realizan Chircales (1971). Película que se hace siguiendo durante cinco años a una familia de alfareros del barrio Tunjuelito en Bogotá. Chircales es considerado una Obra Clásica del Cine Colombiano y el más importante documental de América Latina.

Marta Rodríguez se ha desempeñado como realizadora independiente desde 1960, trabajo que ha sido merecedor de grandes premios en festivales de cine internacionales por una obra en la que se caracteriza la denuncia acompañada del arte en sus 16 documentales. Ha trabajado activamente con el movimiento agrario, movimientos sindicales, estudiantiles, las comunidades indígenas y afrocolombianas. En el campo de la investigación ha publicado artículos sobre el origen del cine indígena en Colombia, igualmente ha dictado talleres de formación y es la representante por Colombia en el Festival de Cine y Video de los Pueblos Indígenas CLACPI y actualmente se encuentra en la realización de su último documental La Toma del Milenio, un documental de archivo sobre el desplazamiento forzado que vivieron los campesinos, indígenas y afrocolombianos en Colombia desde el año 1998, teniendo como lugar de acogida Bogotá.
”Chircales” se hace siguiendo durante cinco años a una familia de alfareros del barrio Tunjuelito en Bogotá. Este documental denuncia la explotación laboral e infantil en el proceso de hacer ladrillos que construyen una urbe como Bogotá. “Chircales” es considerada una Obra Clásica del Cine Colombiano y el más importante documental de América Latina.

“Planas, testimonio de un etnocidio” (1970-1971) producido por ICODES (primera empresa cinematográfica en Colombia creada por el sacerdote Gustavo Pérez) y la Fundación Cine Documental/Investigación Social (productora de Marta Rodríguez y Jorge Silva), “Planas” no tiene la misma metodología de largo tiempo de Chircales, es un documental más próximo al reportaje que se hace con la urgencia de denunciar lo que pasa con los indígenas en Colombia a raíz de dos masacres: la de los Cuibas y la de los Guahivos o Siquanis en la región del Vichada.

“Campesinos” (1970-1975) con idea original de Arturo Alape, registra las movilizaciones de campesinos e indígenas de la época y cuenta la lucha agraria de los años 30, al mismo tiempo Marta y Jorge realizan Nuestra voz de tierra; memoria y futuro (1974-1980) en donde buscan la combinación entre documental y puesta en escena para mostrar la complejidad de un proceso que va de la sumisión a la organización y la lucha por la supervivencia como cultura de los grupos indígenas del Norte del Cauca en Colombia.
“Amor, mujeres y flores” (1984-1989), se filma en la Sabana de Bogotá. La denuncia eficaz de este documental genera mucho impacto en la sociedad, las exportaciones de flores se ven afectadas y compradores internacionales dejan de adquirir flores colombianas hasta no cambiar el modelo de producción y las trabajadoras de la industria crean sindicatos para mejorar sus condiciones laborales.
En noviembre de 1985, una semana después de la toma al palacio de justicia, el Municipio de Armero, Tolima es borrado del mapa por una avalancha resultado del deshielo del volcán Nevado del Ruiz, en este contexto de desolación Marta encuentra la historia de dos ancianos en un campo de refugiados que viven en una carpa en la cancha de fútbol del municipio de Honda, Tolima. Los refugiados reciben ayuda por parte del Estado y dejan sus carpas por nuevas tierras, en esta cancha solo quedan dos carpas y dos personas, una pareja de ancianos ya que la edad los excluye de cualquier auxilio de vivienda, pero sus vidas continúan, por ellos, el título de la película “Nacer de nuevo” (1987), una obra íntima de Marta Rodríguez y homenaje a su compañero Jorge Silva, quien fallece a la edad de cuarenta y seis años el 28 de enero de 1987.

Con la salida de los laboratorios de cine del país y la llegada del video, Marta Rodríguez inicia una nueva etapa. Los narcotraficantes del Valle llegan a las comunidades indígenas del Norte del Cauca buscando nuevas tierras y mano de obra barata e ingenua, el seguimiento de este fenómeno da como resultado cuatro documentales: “Memoria viva” (1993), “Amapola, la flor maldita” (1998), “Los hijos del trueno” (1998) y “La hoja sagrada” (2001), la trilogía de las amapolas las realiza con su hijo Lucas Silva.

En 1997 tras la operación Génesis la población del Bajo Atrato es expulsada violentamente de sus territorios y concentrada en el coliseo de Turbo, desde 1999 hasta 2005 Marta Rodríguez junto con Fernando Restrepo realizan un seguimiento a esta comunidad recogiendo la memoria de este desplazamiento forzado. Esto da como resultado la Trilogía de Urabá: “Nunca más” (1999-2001), “Una casa sola se vence” (2003-2004) y “Soraya, amor no es olvido” (2006).
Después de 40 años dedicados al cine y a descubrir una Colombia discriminada y negada, Marta Rodríguez recurre al material de archivo: imágenes de la masacre de Planas, campos de refugio para comunidades indígenas, la gran minga del 2008 para hacer su último documental, “Testigos de un Etnocidio; memorias de resistencia” (2011).

En el año 2012 Marta se encuentra con Feliciano Valencia, líder indígena Nasa del Norte del Cauca, quien junto con Abel Coicue, padre de Maryi Vanessa Coicue le piden hacer una memoria de esta niña que a sus 11 años el conflicto armado colombiano le apago sus sueños por un tatuco (misil artesanal) lanzado por las FARC-EP, una esquirla de este le atravesó el corazón y dejo a sus padres como muertos en vida, allí aparece su último documental realizado “No Hay Dolor Ajeno”.

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