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Uno
de los conversatorios posteriores a la proyección de los documentales
del Festival A Cielo Abierto, celebrado en el teatro al aire libre del
Centro Simón I. Patiño. Steve Camargo |
No trajo películas, pero sí mucho cine. La española Marta Andreu dictó, en el
marco del II FestivalLatinoamericano de Cine Documental A Cielo Abierto, que
organizó el Centro Simón I. Patiño entre el 19 y 23 de agosto, una conferencia
magistral sobre el documental de creación contemporáneo. Por la lucidez y la
cultura cinéfila que derrochó esta productora y formadora, especializada en
talleres de escritura de cine y evaluación de proyectos documentales, no pocos
dudaron en grabar su charla. Grabada fue también la entrevista que concedió a
este medio para dimensionar la relevancia y el impacto creativo y social de los
festivales de cine.
P: ¿Qué valoración le merecen los festivales de cine chicos como el A Cielo
Abierto de Cochabamba?
R: Los festivales chicos me atraen muchísimo. Un festival grande con muchos
recursos económicos puede llevar mucha gente, facilitar que se compartan
espacios y se intercambien películas y criterios. En cambio, un festival
pequeño puede focalizarse, cuidar el objeto, ser mucho más selectivo, tener una
línea editorial fuerte, generar actividades que van poco a poco instalándose en
la comunidad y, sobre todo, ser un foco de cinefilia y de amauterismo, en el
buen sentido de la palabra, de amar lo que hacemos, cuidarlo, profundizarlo.
Realmente pueden convertirse en escuelas de la mirada.
P: ¿Qué perspectivas le ve al Festival A Cielo Abierto?
R: Después de haber estado en la segunda edición del festival, veo que promete,
siempre que se haga con dedicación, con tino, con mucha exigencia, con nada de
condescendencia. Las películas que están en el festival tienen que ser las
mejores. Y cuando digo las mejores hablo de las más exigentes, las que buscan,
las que se inventan, las que se preguntan, las que reinventan, las que
encuentran el equilibrio entre la forma y el fondo.
A Cielo Abierto no puede permitirse el lujo de ser un festival perezoso.
P: ¿Cuál es el camino para evitar la pereza?
R: El festival tiene la obligación de mirar más allá, de ser incisivo, de ser
provocador, pero no en el sentido de insultante, sino en el sentido de que
sacuda al que venga. Que aquel que venga sienta que algo es distinto. Que si
escucha hablar a alguien en el festival, le haga repensar en lo que hace, que
le provoque ganas de seguir haciéndolo o de hacerlo de forma distinta, de
moverse, de conocer al otro. Me parece que los lugares pequeños son ideales
para eso.
P: ¿Qué importancia tendrán los festivales de cine para los cineastas, los
públicos y las poblaciones que los acogen?
R: Tienen importancia absoluta. En el caso de los festivales pequeños me parece
muy importante el ejercicio de llevar las películas al espectador.
Por mi experiencia puedo decir que el cine es solo cine, pero también más que
cine. Hay algo más y ese “algo más” creo que somos las personas que podemos
generar este tipo de lugares de encuentro, que tenemos la responsabilidad y
deberíamos tener el deseo de hacerlo. El festival, en sí, es un lugar de
encuentro, intercambio, conocimiento y reconocimiento; un lugar en el que se
aprende, pero también se desaprende.
Me parece importante que el
festival sea un lugar que le dé cosas al lugar que lo acoge, que abra sus
puertas a la gente, que invite, no por ser paternalista ni por vender, sino por
entender que nuestro cine existe porque existe un mundo. Entonces, se trata de
devolverlo, de devolver la mirada a su origen.
Festival
ofrece pantallas con otro tipo de contenidos
El crítico peruano John
Campos fue invitado al Festival A Cielo Abierto para dictar un taller de crítica
junto con el argentino Eduardo Antín (popularmente conocido como Quintín). Así
también condujo un conversatorio sobre una de las películas de la muestra. En
su condición de director del Festival de Cine de No Ficción Transcinema de Perú
y programador de secciones de otros eventos similares de América Latina, Campos
valoró la experiencia del A Cielo Abierto y ponderó la importancia de los
festivales de cine en contextos como el boliviano.
P: ¿Cuál es la importancia de los festivales en términos de formación de
públicos?
R: Los festivales de cine son importantes porque posibilitan que las pantallas
de cine tengan otro tipo de contenidos, por lo menos durante una semana. Esto
debe ser el punto culminante de una actividad de programación que se dé a lo
largo de todo el año. No hay peor festival que el que muestre algo específico y
que después no lo vuelva a mostrar.
Más que para formación de públicos, considero que los festivales sirven como un
entrenamiento de sensibilidad para gente interesada. Si bien los festivales no
son de impacto completamente regional, sí pueden ayudar a mejorar la escena en
muchos casos.
P: Además de su impacto sobre los públicos, ¿un festival ayuda también a forjar
una escena de cineastas, gracias al acceso a obras y al intercambio con
profesionales de otros lugares?
R: Es un buen punto. Depende mucho de qué tan institucional es el apoyo que
recibe el evento. En el Festival de Cine de Valdivia (Chile), por ejemplo, la
ciudad entera, que es chica, se vuelca al festival. Como es el más antiguo de
su tipo en Chile, sí ha permitido que los cineastas de los últimos años se
hayan formado viendo películas en Valdivia y que su anhelo máximo sea
estrenarlas en ese festival. Ya se vuelve como una mística. Así, los festivales
pueden servir como convocatoria para oficializar una movida, superar su
dispersión y funcionar como manifiesto visible de esa movida.
P: ¿Qué criterio le merece el Festival A Cielo Abierto?
R: Lo que me gusta de este festival es que tiene una preocupación por formación
de públicos, que la hace explícita con los talleres y con los conversatorios de
los cineastas con el público asistente. Hay una coherencia por hacer llegar ese
discurso de distintas maneras.
“Son
urgentes para la formación de públicos”
El crítico de cine paceño
Sergio Zapata impartió un taller en el A Cielo Abierto. Como coordinador del
recién nacido Festival de Cine Radical de La Paz, aprovechó la visita para
analizar cuál es el lugar de los festivales en el medio boliviano.
P: ¿Contribuyen los festivales a formar públicos para el cine ahí donde se
organizan?
R: Los festivales tienen un target específico y generan una identidad en los
propios centros urbanos donde se hacen.
P: ¿Esa identidad puede incidir sobre las ciudades que acogen los festivales?
R: En torno a la identidad que generan se potencia una marca, que puede ser de
un espacio, de una institución, de un mismo municipio o ciudad o, incluso, de
un país. Ése es el gran valor de los festivales.
Sin embargo, en nuestro contexto específico, los festivales sí son urgentes
para la formación de públicos. Los mejores ejemplos de esto en La Paz son los
festivales de jazz y danza en torno a los cuales se han formado profesionales y
públicos, que ya esperan por ellos y los han vuelto en parte de su rutina
formativa.
P: En cuanto al Festival de Cine Radical de La Paz, ¿cree que tenga un impacto
sobre la creación o consolidación de una escena de realizadores bolivianos?
R: En el lugar donde se hace el festival en La Paz, que es la Casa Espejo, ya
se habían estrenado cortos y largos nacionales, con la autorización de sus
directores. Por eso, llegado el festival, tres realizadores insistieron en
estrenar sus trabajos ahí. En eso puede verse un intento de una mística que
está surgiendo en torno al espacio. Ahora, el tiempo dirá si esto se convierte
en un fenómeno del festival.
P: ¿Los festivales inciden en los criterios de exhibición de los cineastas?
R: En Bolivia ya hay cineastas que no tienen esa idea ingenua de que deben
estrenar en salas comerciales. Saben que ésa no es la única plataforma de
visibilización de su trabajo, sino que ya consideran otras, como el cineclub,
la televisión, internet o los festivales, que les pueden dar cierto estatus.
Buscamos
espectadores creativos y comprometidos
El Festival A Cielo Abierto
abre sus espacios para convertirse en el lugar próximo, íntimo y cercano, donde
los ojos del público resplandezcan ante la luz de los documentales
latinoamericanos que participan en las muestras y ante las ideas que los
profesionales del cine y documental internacionales y nacionales compartieron en
los talleres y charlas magistrales programadas para el festival...
Recordar y revisitar la obra de los grandes maestros del documental
latinoamericano es una tarea que el festival emprende pensando siempre en la
formación del público y del medio documentalista...
El espíritu del festival es el de inculcar la libertad de mirada en el público,
una libertad ganada con conocimiento, con formación, con trabajo y consciencia.
Es por eso que el festival este año hizo especial énfasis en la formación
crítica del público, pero también de los críticos, pues en su ejercicio crítico
es donde reside la democratización de criterios de lectura, de intercambio de
saberes y del surgimiento de una sociedad de personas formadas y cultas con
participación masiva y crítica en los procesos de construcción y expresión
cultural. En el aspecto formativo, esta versión del festival organizó varios
talleres en torno a la crítica cinematográfica y a la realización documental,
como el “Taller criticar la crítica”, en el marco de las 2das Jornadas de
Periodismo Cultural, y el “Taller de Archivo y Cine Reciclado”...
Con todas estas actividades, con toda esta ilusión, el Centro pedagógico y
cultural Simón I. Patiño, dependiente de la Fundación Simón I. Patiño, aseguró
una segunda versión del Festival A Cielo Abierto buscando que las miradas del
público se enciendan y se incendien bajo el cielo de Cochabamba y que iluminen
a la sociedad para construir hombres creativos, activos, comprometidos.
Santiago Espinoza A. | 31/08/2014 |